martes, 17 de febrero de 2009

La Iglesia Católica Ante Las Calamidades

Por: Julio Alberto Caro Díaz

Tomado de Semana.com, 5/12/2008


La Iglesia católica, una institución con una dimensión histórica y social innegables.


Esta crónica debería llamarse un día en la vida de un Sacerdote Católico. Esa persona que sin tener en cuenta el riesgo de su integridad física se interna en las más peligrosas zonas de la geografía mundial para llevar esperanza por medio de la Palabra de Dios a quienes se encuentran en los lugares más recónditos del planeta. Como base para dicha crónica hemos tomado la referencia de uno de los sacerdotes de nuestra Diócesis de Magangué.

Cuando uno dice Alfaro Casares Hurtado la mayoría de la gente no sabe a quien se refiere; pero si decimos el Padre Enrique inmediatamente todos los católicos de Magangué y el Sur de Bolívar sabemos de quien se trata. Alfaro Enrique Casares Hurtado, un hombre de Dios, nacido un 11 de febrero por allá en los años sesenta y tantos, proveniente de un hogar conformado por Joaquín Casares y Carmen Hurtado. Criado con buenas costumbres y educado bajo el manto de la Iglesia fundada por Jesucristo a través de sus discípulos; la Iglesia Católica. Alfaro, como lo conocemos sus familiares y amigos de infancia, siempre fue el serio de la cochada, con sus juegos y picardías naturales de cualquier niño, pero enmarcado siempre en hacer bien las cosas y evitando hacer daño a cualquier ser humano o a cualquier animal irracional. Desde su adolescencia se unió a los grupos juveniles de la parroquia de La Inmaculada Concepción, después ingreso al Seminario del Espíritu santo en La ceja Antioquia ordenándose Sacerdote hace aproximadamente 15 años. Desde entonces su vida sacerdotal se ha desarrollado en los pueblos veredas del Sur de Bolívar, lugares por los que él disfruta “patrullar” pueblos y veredas a los que muchos Sacerdotes visitan personalmente llevando, además de la ayuda por medio de mercados, medicinas y ropa, ánimo y esperanza por medio de la Palabra de Dios a quienes se encuentran sufriendo las inclemencias atmosféricas y problemas de orden público.


Hace escasamente ocho meses el padre Enrique fue nombrado Párroco de San Pío X aquí en la cabecera municipal. Bajo la jurisdicción de esta parroquia se encuentran los corregimientos de Madrid, Puerto Nariño, Retiro y Guazo, poblaciones que en la actualidad se encuentran sufriendo los rigores de la inundación producida por el inclemente invierno que azota a nuestro país. Hasta allá se desplaza dos y tres veces a la semana el padre Enrique sin importar el estado del tiempo o de las vías; en verano lo hace en un vehículo asignado a la parroquia en compañía de varios jóvenes de ambos sexos que voluntariamente le ayudan a predicar y socorrer a las comunidades, en invierno en moto hasta donde se lo permiten las inundaciones el resto del recorrido lo hace a pie y en canoas impulsadas por los lugareños que lo esperan ansiosos. Los domingos, cuando la mayoría de nosotros nos dedicamos a recrearnos y descansar junto a nuestras familias, muchos sacerdotes como Baudilio, Javier, Carlos, Felipe, Alfredo, Julio, José, Rafael, Uvaldo, Daniel, Humberto, Andrés, Lewis y Leonardo al igual que Enrique, se levantan a las cuatro o cinco de la mañana y se preparan para comenzar su tarea evangelizadora, en carros, en motos, a lomo de mula y a pie en muchos casos se desplazan a los pueblos y veredas como lo hizo Jesús llevando esperanza a todas las personas sin distingo de raza o clase social. Con sus morrales al hombro, en los que solo llevan los utensilios sagrados para celebrar la Eucaristía se le miden a corrientes de agua, caminos que son lodazales, retenes de grupos armados al margen de la Ley e incluso poniéndole el pecho a las amenazas personales cumplen con su tarea de evangelizar sin pedir nada a cambio.


Es común ver a los sacerdotes católicos llevando mercados, medicinas y proyectos para beneficiar a los más pobres y necesitados, es de todos sabido como la Iglesia católica lleva acabo programas para dar vivienda digna a quienes no cuentan con ella, como ofrecen asistencia médica y educativa a los más pobres, sin exigir diezmo. Y lo más importante el Pan de Vida que llevan a las comunidades celebrando la Sagrada Eucaristía desde pequeñas canoas en los pueblos y veredas que se encuentran anegadas como podemos observar en las fotografías de este reportaje.


El ejemplo tomado a partir del Padre Enrique no es único, como decimos al comienzo en todo el planeta millones de sacerdotes dedican sus vidas a servir, a seguir el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo que dio su vida a cambio del perdón de todos nuestros pecados. Ellos, los sacerdotes católicos ponen en práctica ese hermoso ejemplo: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” Al hacer esto el Señor nos mostró el verdadero amor. La palabra “amor” (ÁGAPE en el griego) se puede definir como aquel atributo divino que siempre busca el bien del amado, aunque ese amor sea correspondido o no.

Por esa tarea evangelizadora, Gracias a todos los sacerdotes católicos, gracias a todas las personas que sin pedir remuneración alguna salen a cumplir con la tarea que les dejó Jesús en esta tierra: "Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación”.

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